Hay que vivir el presente con todas las circunstancias que engloban su propia existencia. Lo moderno, por oposición a lo antiguo o clásico, tiene que imponerse aprovechando todas las oportunidades que ofrece para mejorar constantemente, coexistir mejor, con más confort, mayor calidad de vida, tanto personal como social y disfrutar de un bienestar comunitario que llegue a todos. Claro que es posible, no se trata de una utopía más, ni mucho menos de un deseo sentimentaloide. El progreso, en todos los ámbitos es una constante histórica aprovechable e irrenunciable.

Cuando hacemos referencia a sostenible, no estamos refriéndonos a lo definido por el verbo sostener, en sus distintas acepciones, como mantener algo o a alguien para que no se caiga o se mueva, defender una idea o una opinión, dar o procurar a alguien lo necesario para vivir o mantener una actividad o realizarla durante cierto tiempo. Lo referenciamos a aquella actividad económica que respeta el medio ambiente y evita agotar los recursos naturales. Tiene que ser así, inevitablemente, para garantizar el presente con solvencia y sobre todo, asegurando el futuro de las generaciones que vienen detrás de nosotros, a saber, nuestros hijos o nietos. Es la mejor herencia que le podemos dejar.

Los retos de la construcción sostenible son muchos, variados, complejos, apropiándolos íntegramente. Somos creadores de los equipamientos básicos y estructurales, que posibilitan un desenvolvimiento armónico del acontecer diario, tanto económico como personal, permitiendo desarrollarnos como humanos, impulsando la transformación del sector para un entorno más seguro, digital, sostenible, igualitario y profesionalizado. Tenemos la responsabilidad, que asumimos, con total potencialidad para hacerlo realidad.

Estas circunstancias actuales requieren, a su vez, contar con una formación, madurez y compromiso más que suficiente de todas las personas, que de manera directa o tangencialmente, participan en el complejo mundo del proceso constructivo. La realidad es que sufrimos un déficit en mano de obra cualificada y el reto es conseguir superarlo, no sólo lo más rápido posible, sino también por excelencia. La oferta educativa, al igual que el sector, se está transformando y adaptando de forma constante. Es una renovación continua, sin pararse para no perder el tiempo y ganarlo aprovechándolo. Potenciar la vía formativa es clave para generar oportunidades a futuro cercano, dirigido, principalmente, a los jóvenes, inmigrantes y a las mujeres. Sin olvidar el aspecto clave y necesario del reciclaje continuo de los que tienen experiencia, porque nunca se acaba de aprender.  No cabe duda de que una gran parte a la solución del problema de la escasez de mano de obra del sector pasa por el impulso de la cualificación en la familia profesional relacionada con la construcción.

Nuestra actividad es modernidad, sostenibilidad, estabilidad y eminentemente atractivo, caracterizado por su dinamismo imparable, acomodándonos a las nuevas tendencias tecnológicas, acogiéndolas, adaptándolas, impulsándolas y aplicándolas en la ejecución de la obra. Las empresas nos estamos adecuando a lo que pide y exige el mercado o una demanda cada vez más exigente, aunque todavía tenemos que seguir demostrando que somos porvenir beneficioso y tremendamente útil al conjunto de la sociedad, lo cual no nos importa, porque vamos en el buen camino haciendo lo que corresponde. Somos un sector económico moderno, a pesar de seguir soportando reiteradamente una imagen o descalificación infundada, la mayoría de las veces inducida maliciosamente, por estrategias ideológicas intransigentes, fundamentalistas, incapaces de aprehender la objetividad de los hechos.

La utilización de nuevos métodos productivos, maquinaria de ultima generación, la incorporación plena de la digitalización, la economía circular, como estrategia provechosa de la materialización en la reforma, rehabilitación, conservación y mantenimiento es el ejemplo real de la sensatez.

Oscar Izquierdo

Presidente de FEPECO

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